Dejé de buscarte cuando di cuenta.
Dejé de buscarte cuando di cuenta de querer más de ti que el cuerpo,
Dejé de buscarte cuando di cuenta de querer más de ti que el cuerpo,
así comprendí
lo que es la caricia de un ausente.
Ausencia soportada
más allá de los muslos.
Muslos: pilares
corpóreos del placer liado,
columnas
frágiles, sostén del viento de la palabra del felón,
basamento
del altar que se construye a un mal amor.
Amor
sostenido pero ausente.
Esto tiene
su origen en la saliva y fin en la lágrima,
ambos, bálsamos
del amante que migra distintos labios,
uno unge el
cuerpo,
otro enjuga
el afecto.
¡Tengo
miedo a evaporarme!,
hacerme aliento
que termine dentro de ti,
terminar cautivo
en pecho ahogado
y acabar
siendo el suspiro de una realidad que no existe.
Estos
miedos comienzan en cama pensándose amor,
fluyen en
ríos que bañan distintos cuerpos,
hasta
llegar profundo donde un abrevadero de agua pura,
no necesitado
del poro, ni del roce, ni de la embestida para fluir,
bebida que termina
ahogando cualquier gemido.
Dejé de
gemirte cuando ya no eras cuerpo sino fuente,
estanque del
pensamiento en quien se fue.
Eduardo P.G. 01/04/2012
Á. G. Cabrera
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