domingo, 25 de enero de 2015

Recetas para hombres de gustos... refinados.

A manera de introducción...

"Yo también soy una conciencia que puede clausurarse, desamparar a otro y exponerlo al aniquilamiento. Yo... La carne, bajo la rociadura de la sal, ha acallado el escándalo de su rojez y ahora me resulta más tolerable, más familiar"… 

Lecciones de Cocina (Rosario Castellanos)


Mi primer contacto consciente con la cocina fue cuando tenía  cuatro años, ese día no había gas en casa y mi madre freía algo en la sartén eléctrica, metí mi mano y bueno, no fue el mejor recuerdo de un gusto que al tiempo desarrollaría. El mismo inició cuando llegaba de la escuela y mi tarea era preparar el `agua fresca´ para la comida, al terminar, me sentaba en los escalones de la cocina y las charlas con mi madre se hacían largas, más las que tenían que ver con su sentir respecto a muchas cosas, especialmente eran largas cuando hacía tortillas de harina y le ayudaba a plancharlas, planchar tortillas norteñas, para quien sepa como se preparan, es una tarea ruda.

Con el tiempo le aprendí muchas cosas, sazones, toques, cocciones e incluso me atreví a experimentar mezclas de sabores, descubrí que no lo hacía tan mal cuando decidí independizarme y vivir solo, lo primero fue perderle miedo y prejuicio a este gusto, como a muchas cosas de las que hablaré mientras lo comparto con ustedes, llegó el punto de encontrar algo de placer en el mismo. El gusto lo encontré en cada platillo que probé en mi infancia,  el miedo lo perdí cuando por primera vez que un tío se enteró que colaboré en un postre expresó que yo era “medio rarito”, pero a nadie le importo e igual lo comieron, el hobbie llegó cuando descubrí que me sirvió de pretexto en mis citas con uno de mis primeros novios, el placer vino cuando alguien me dijo que yo era un hombre de gustos refinados.

Siguiendo en la tónica del placer, titulo así esta sección del blog. Entre sexismos, convencionalismos, recetas, gustos y placeres, inicio este serial que lleva especial dedicatoria a los “hombres de gustos refinados” o maricones que gustan del buen comer. ¡Provecho!

Recetas para hombres de gustos...  refinados I.
Pollo en crema de chipotle. HONESTIDAD.

Ingredientes para 5 porciones:
-      - Mantequilla o aceite de oliva al gusto
-     - Sal, cilantro y cebolla al gusto
-      - Pimienta al gusto
-      - 1 taza de crema agria
-      - Siete onzas o una  lata chica de chipotles
-      - 1 queso fresco (ranchero)
-      - 1 taza de leche entera
-      - Un diente de ajo al gusto
-      - Filetes de pollo y piel de pollo o piezas de pollo enteras

Las piezas de pollo se cubren con pimienta al gusto…
Hoy necesitaba que fueses honesto, mañana ya no lo degustaré igual...


El secreto de esta receta, particularmente la crema que baña la carne, es el ajo, este condimento fuerte que si se coloca en exceso amarga, pero cuya ausencia, por el contrario, hace perder sabor a lo servido, la honestidad es igual que el ajo, hoy sentí cómo el enamoramiento entre un amante y yo, que pretendía afianzarse en este valor, más bien en esta cesión recíproca, decirnos la verdad, se fue al traste; la realidad es que no hay sorpresa, la verdad vino sobre algo que ya conocíamos desde hace tiempo, pero que… calladamente aceptamos para vivir este romance pasajero con cierta complicidad. El problema es que hoy no estaba de humor para escucharlo de unos labios mordaces, que en tono de broma retadora, me indicaron que le estabas rogando por un acostón, “quiero una cogida fuerte” fue tu frase más o menos. ¡Qué pinche coraje, esta mantequilla ya se quemó!, no debí subir mucho la flama, todo en cuestión de sazones debe prepararse a fuego lento, los amoríos también.

Ilustración de ajo, sampuru japonés. 
En este platillo la carne es un elemento secundario, para satisfacer un antojo con carne no hace falta tener buen gusto, cualquier trozo expuesto a algo de calor está listo y pretende servirse como un logro culinario, carne es carne y punto, comerla así simple es un mero saciante. Lo exquisito de un plato como el que pretendo explicar está en el aderezo, un paladar que se precie de exigente sabrá que no es lo mismo llenarse el antojo con cualquier plato puesto a la vista que con uno preparado en tiempos, con condimentos bien pensados, ingredientes frescos y guarniciones que añadan o contrasten el paladar, aunque se trate de algo ya saboreado anteriormente. La crema especialmente hoy tuvo un sabor agridulce, creo que este queso fresco le dio el toque justo al revolverlos, no hay queso fresco que sepa igual, lo artesanal de su elaboración hacen cada pieza única, lo mismo me sucede cada que me enamoro, ¿enamorarse?, sí,  sentir ese deseo irremediable de estar con alguien que probablemente no lo esté sintiendo, el amor es otra cosa, cuando esto sucede uno trata de reinventar lo mejor de sí pero termina usando los mismos métodos  y con el mismo sabor de boca, igual sucede, supongo,  al quesero, pero aun así unos quesos saben mejor que otros. Sí, este queso le dará buen sabor al plato.


Hay que licuar el ajo sudado con la mantequilla, una taza de leche entera caliente es suficiente, mm … no a todos les gusta este platillo, la leche genera muchos miedos entre quienes no la toleran, que triste una vida limitada en antojos. Mi celular suena, es un `whats´: “Ayer en el antro no dejaba de voltear a verte , perdón, pero sí me gustas, así como no tienes idea, sé que tienes novio pero aun así te lo quería decir”, para este admirador secreto sólo atiné a responder que no se preocupara, agradecí el detalle con cierta solemnidad:  - “nada en cuestión de sentimientos debe callarse, te agradezco el detalle pequeño” -.  Espero que la infusión de ajo con mantequilla y leche siga tibia, no debí contestar ese mensaje, licuarla fría echaría a perder todo el proceso, el ajo acabaría por no impregnar toda la crema y no daría buen sabor a la carne, unas partes insípidas y otras con exceso de condimento, lo mismo sucede cuando algo se calla, acaba con partes sin sentido y otras demasiado fuertes para tolerarse, siempre es bueno expresar lo que se siente por alguien o a pesar de alguien, ayuda a dos cosas, superas a la persona y ésta, de alguna manera, termina por  acordarse de ti.


Falta agregar el picante; los chipotles, el queso y la crema se mezclan con la infusión licuada,  los tramposos le agregan un cuadro de consomé en polvo, los más experimentados sabemos que hervir la piel de pollo con sal y cilantro le da un mejor gusto, es más… digamos… honesto, no agregas elementos que no estuvieron en control de tus manos al proceso, seguir las reglas que buscan el mejor resultado siempre ayuda a que todo sepa mejor, especialmente si las reglas las pone el degustador (lo quiero término medio, bien cocido, sobrecocido), si después cambia de parecer el comensal, es su problema,  igual lo tendrá que terminar o simplemente ya no probarlo sin reclamar nada al cocinero y todo terminará en un mal desperdicio,  lo mismo aplica cuando superas el estado de carne con alguien y quieres que él no sea un antojo más; en estos procesos, el fuego y el tamaño de su llama,  de la que pocas veces se habla en los recetarios o en los manuales de terapia de pareja, se deben cuidar, no hay manera de medirla con exactitud, el factor de experiencia es el que acaba por enseñarte cómo manejarla, lo mismo cuando te enamoras o te desilusiona un resultado en el que invertiste tanto tiempo.



Este plato lo preparé para mí solamente,
 no vale la pena servirlo para alguien más. 
Sin dedicatoria. 
A.G. Cabrera

1 comentario:

  1. _¿Que es mas noble? ¿permanecer impasible ante los avatares de una fortuna adversa o afrontar los peligros de un turbulento mar y, desafiándolos, terminar con todo de una vez?.
    Morir es… dormir... nada mas.
    W.S. “H”


    Comenzare diciendo que no me gusta cocinar y no encajo en el termino hombre de gustos… refinados. Pero se apreciar la buena cocina; como todo lo bueno.

    Aunque considero la introducción una justificación excesiva, parece figurar como buen preámbulo para lo que pinta ser una buena historia de cocina… Esta receta en particular me encanta y continuando con las analogías del articulo, encuentro el ajo, particularmente interesante como base del platillo. Si, es verdad me encanta la carne no importa como, “debo confesar”, pero la comida rápida es solo eso, aunque un platillo detenidamente preparado impacienta al comensal, que termina aburrido al darse cuenta que no era para tanto. Es verdad aceptémoslo a todos nos ha pasado. Todo en su justo medio.
    ¡Me quedo con los tips de la receta!, puede que me sirvan, incluso sin conocerla los aplique. En mi caso creo que la infusión de ajo con mantequilla y leche estaba tibia e impregno toda la crema, por lo que no quedaron partes insípidas… yo no cocine, pero me invitaron por lo que ese platillo lo prepararon para dos y yo estaba en la mesa, por lo que si valió la pena servirlo para alguien mas. Si alguna ocasión tengo la necesidad de cocinar pondré particular atención en este condimento que considero la base del platillo. Del resto, bueno… se me quema todo, incluso la carne pero es ahí donde radica mi poca experiencia, carne es carne!!!!!!

    Les comparto…

    México, D.F., 26 de mayo de 1947
    Querida Chachinita:

    ¿Nunca te he contado el cuento de que me caes re bien? Pues si
 ése ya lo sabes te voy a contar otro. Ahí tienes que había una vez un muchacho más loco, que toda la vida se la había pasado sueñe y sueñe. Y sus sueños eran, como todos los sueños puras cosas imaginarias
 [...] Bueno, la historia es muy larga y voy a dar un brinco. Vinieron los años buenos en que comenzó a ver acercarse un sueño. El mejor de todos. Grande y enormemente hermoso. Era una muchachita rete horripilante que levantaba la ceja para mirar a los seres despreciables que iban a su lado. Así era de lejos. Pero más cerca, cuando se veía todo lo que ella era claramente, cuando uno se asomaba a sus ojos, el cariño cegaba todas las demás cosas y uno ya jamás quería separarse de su lado. Ese sueño que eres tú todavía dura. Durará
 siempre, porque siento como que 
estás dentro de mi sangre y pasas por
 mi corazón a cada rato. [...]
    De verdad, cuídate mucho, come y duerme bien y sueña con los angelitos y no con esta cosa maligna que soy yo.

    Pero no me olvides.
    Y que siempre seas igual, Chachinita adorada.
    Juan R.
    Querer que nunca termina


    bon appétit…

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