sábado, 31 de diciembre de 2016

Cartas para Arturo, primera...

"Todas las lunas contigo..."

"Gay Couple Hugs" Autor: Raphael Pérez

Comencé a escribir estas líneas dos días antes de tu cumpleaños, el tiempo me sobrepasó, la incipiente relación apenas iba comenzando, y bueno, heme aquí a más de tres meses terminándolas.

Eres, desde mi sentir, la oportunidad de volver a construir un amor sin las torpezas que me hicieron caer antes, sin los apegos que generaron desencuentro, sin los miedos que marcaron con inseguridades, un amor que buscaré pleno.

Todo momento es perfecto, el tuyo conmigo lo es aún más, llegamos a nuestras vidas en el tiempo en el que hemos amado, deseado, errado, repuesto, aprendido y superado lo suficiente.

Tardaste apenas un mes desde que te conocí en robarme los pensamientos, fue, si mal no recuerdo, un 23 de abril que nos citamos por vez primera, un ligue ocasional en ese entonces, trascendió. Mayo y junio transcurrieron con paciencia esperando captar tu interés, según supe por voz de Israel, de tu parte también existía el sentimiento, la confesión fue con lágrimas en tus ojos me dijo; me puse contentísimo con el dato cómplice que me hicieron saber, pero pude disimularlo para que el tiempo me diera la oportunidad.

Julio transcurrió con prisas, grandes e inesperadas noticias para mí y citas más frecuentes entre nosotros, eran ya no solo para pasar un momento de placer. De mi parte, tenía la intención de conocer al hombre, ya no solo al bello cuerpo; de tu parte, no tenía claridad, el tiempo y el presente ahora me dicen lo mismo.

Recuerdo con emoción el catorce de julio por la madrugada, a unas horas de volar hacia África recibí un “WhatsApp” tuyo diciendo: - abre, estoy afuera y quiero verte -; lo había logrado, tenía tu interés y tu necesidad de dar un adiós de partida, fue el primer beso con sabor a amor que sentí entre nosotros.

Tu espontaneidad rompió mis planes, quería pedirte ser tu compañero el día de tu cumpleaños, faltaba más de un mes, la noche del sábado trece de agosto bailando te besé y dije – usted me encanta –, más tarde hicimos el amor y me quedé a dormir en tu apartamento. Amanecía el catorce de agosto, me despertó la sensación de ser observado, sí, me mirabas; apenas abría los ojos y tu decías: – me hace feliz que estés aquí - , ya no me aguanté y solté, – ya dilo, atrévete y no me dejes con la duda –,  lo siguiente fue tu declaración sin poses, sin escenarios construidos, sin pretensiones, sin más que la necesidad de decir  - ¿quieres ser mi novio? -,… -quiero ser lo mejor de tu vida-,  no habrá catorce de agosto igual para ti, lo juro.

Al menos en tres ocasiones me has confesado que tenías miedo de mi libertad, yo creo que era miedo un poco al reflejo más bien de tu libertad, por primera vez estuviste enamorado de alguien que tenía la misma concepción de fidelidad que tú, de compromiso que tú, de conciencia, de placer, de autonomía, de independencia y de solidaridad, todo lo que sin duda ahora nos tenemos; gracias por tener el coraje y darnos la oportunidad de volver aprender a ser felices, te amo en esta libertad compartida.

Mi lealtad por ti se afianza libre de miedos que me oculten, que nos oculten; se fortalece sin secretos, porque la verdad sostiene y compromete. Te quiero como mi amor cómplice, de esos que están presenten en lo íntimo y privado, en lo público y conocido, que son certeza compartida. Te amo como un nuevo amor de la vida.

Mi pasión por ti es la del hombre por el que ha pasado un corazón roto, una partida, un gran amor, un gran amante, el calor de muchos anónimos que desearon, tuvieron y olvidaron, pero, sobre todo, el anhelo, el anhelo se hacer mejor a alguien.

El amor, mi Amor,  voy aprendiendo a tenértelo cada día; con cada noche de cena juntos, con el par de pesadillas en que te he abrazado durmiendo, las tres ocasiones con lágrimas que después fueron un abrazo, la confesión que hiciste con los nervios entre los dientes, tus labios en mi nariz durmiendo para despertar riendo de ello, la devoción y fe que llevas en ti, la conciliación entre tu ser, tu cuerpo y tu espíritu, la forma en que me deseas y tomas cada que hay oportunidad, tus ojos observándome por la espalda, tu inteligencia desafiante, los debates y reflexiones que tenemos; tu olor y sabor, tu forma de motivar y compañía; tú constancia, transparencia, desenfado; tu cuerpo, te mente, tu espíritu, tú.

Tu tacto es el de todos los hombres que me han amado, tus emociones son las de todos los hombres que me han amado, tú eres único, me eres único ahora.

Desde entonces te voy amando más “querido bobo”,

todo lo que eres va creciendo,

mis palabras están muy por debajo de lo que te pienso y de lo que te siento,

están por debajo de lo que me vas significando.


Todas las lunas contigo... serán la última posibilidad de ser hombre por una noche, de ser cuerpo, de ser humano, de ser amante, de ser tuyo. Te lo prometo.

Para Arturo S.P.
A.G. Cabrera
31/12/2016

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Letritas para el alma XX

"Very Flash History" Autor: Kevin Slack (Fotografía)



Henos aquí

Heme aquí,
lealtad ceñida a la libertad.
Sus límites son los de tu piel,
los de quienes han recorrido sus márgenes,
los del tacto que ha dejado rastro;
los del adiós pronunciado amando,
tu libertad.

Yo aquí,
libertad ceñida al amor.
Su espacio será el de tu alma,
el del amante seducido por sus extremos,
el del ex condicionado que la dominó;
el del secreto suspirado confiando,
tu amor.

Hete aquí,
amor ceñido a la pasión.
Sus lindes son los de mi piel,
los de quienes han franqueado sus márgenes,
los del tacto que ha dejado memoria;
los del adiós pronunciado perdonando,
mi pasión.

Tú aquí,
pasión ceñida a la lealtad.
Su tiempo será el de mi alma,
el del amante cautivado por sus filos,
el del ex dudoso que la doblegó;
el del secreto callado cediendo,
mi lealtad.

Henos aquí,
libres,
amados,
apasionados,
leales.

Para Arturo S.P., "Querido Bobo"
A.G. Cabrera 
06/Dic/2016  

viernes, 2 de diciembre de 2016

Reseña: "La vida que soñamos" de Raúl Portero.

Somos nuestros sueños, más aun los que se nos han truncado.

Si una frase podría resumir las sensaciones y emociones que sentí al leer al joven talento del escritor Raúl Portero, es la anterior.

Sus textos son la estructuración estética de la vida, pasiones, ligues y amor profundo de un gay promedio, particularmente destaca, con todo y  lo que me hizo sufrir, la novela: “La vida que soñamos”, hermoso y crudo texto que nos pone frente al espejo de las luchas que habiéndolas perdido nos hacen capaces de reaprender a amar, salir a flote y volver a construirnos un proyecto de vida con alguien.

Historia del amante que más que idílico se convierte en nuestro cómplice, con el que llegan a darse batallas que se resuelven tarde, aún cuando ya ha partido, de esas que no nos derrotan, nos llenan de furia y nos hacen llevar la esperanza en la fuerza de haberlas sobrevivido.

“Nada mejor para conocer una persona que metérsela en la boca”, metáfora ruda que utiliza Portero en uno de sus capítulos, me evocó un tanto el movimiento beat, donde la crudeza del placer y del cuerpo, nos enfrentan en el juego de palabras de éstos elementos, con profundas emociones humanas. Hablar de alguien a quien rendimos el cuerpo debe ser con noción de causa y con conciencia de lo que puede hablarse de nosotros, verdad que debe tener presente “quien no soporta la idea del sexo por el sexo” aunque le encante y sea parte de su ser en el mundo gay.

Con las personas que se aman siendo gay sobran las palabras, nunca faltan las certezas, se aprende a vivir construyendo la propia noción de amor y de fidelidad, se aprende a ser profundamente humano.

Los juegos de tiempo que utiliza en su novela, nos evocan diversos momentos de nuestra vida como hombres que aman a otros hombres, como cuando la memoria se te pierde por instantes estando con un nuevo gran amor en el recuerdo de otro pasado, aunque en esencia son lo mismo. “Carlos no consigue frenar las lágrimas que brotan de sus ojos” nos narra contundente en uno de sus capítulos.

Es un texto donde se disfruta el duelo y sus epifanías, el duelo de los “adioses apenas audibles”, de la vida antes y después de él, de la cicatrización de los corazones rotos, de la rabia de sentirse partido por una despedida no esperada. No es un texto apto para duelos presentes, sino para fortalecerse en la memoria de los ya superados, es sobre la melancolía que nos hace mejores personas.

Es una novela de la esperanza que se logra aferrándose a la esencia de lo que amamos, de quien nos amó, de lo que fue y será. 

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