lunes, 23 de septiembre de 2019

Tiempos de Diosa, de Cosecha y de Preservar.



Es otoño, según el hemisferio donde uno se encuentre, es la época de recoger las semillas, especias, hojas, tallos, cortezas, granos y frutos secos, todo eso cuyos sabores son fuertes o sustanciosos. Algunas culturas paganas y ritos neopaganos la denominan la época de la cosecha o del descanso de la madre, es cuando Tierra comienza su letargo.

En distintos hemisferios del mundo se recolectan algunos de los frutos, plantas, semillas, granos o delicias que definen gran parte de sus culturas, en Asia corren tiempos de arroz, al Norte, de hongos, bayas, hojas, tallos y cortezas, en el Mediterráneo, uvas, aceitunas y levaduras, en el Medio Oriente, café, dátiles y especias, coincide también con las fiestas de la vendimia de muchas fincas y cultivadores.

Para nuestra cultura, en México, tiene una gran trascendencia también, es la época en la que se recolectan los granos y semillas secos del maíz y frijol, los chiles maduros y sus procesos de secado o curado, también comienza la cosecha de calabazas, chilacayotes, camotes o tubérculos, así como el secado y tostado de las mazorcas de cacao y sus granos; igual que de otras delicias heredadas, como las almendras, nueces, manzanas, perones, membrillos, granos de café y muchas de las especias que dan sabor a nuestra cocina.

Es “Mabon” como le llaman las personas neopaganas o quienes pretendemos serlo, yo lo castellanizo y asimilo más como “el tiempo de la cosechadora y de la preservadora”, en esta ocasión se desarrolla desde estos últimos días de septiembre y hasta octubre. Seguramente sus infancias también tienen noción de lo que sucede a partir de este momento; de aquí a diciembre, nuestras casas comienzan a oler a conservas, mermeladas, dulces, vinagres, aceites, harinas, pinoles, panes, pastas, frituras, cristalizados, ates, cajetas, cuajadas, fermentos, hervores y licores. Mucho de lo que inundará nuestros paladares en las mejores cenas de invierno.

Es el tiempo de preservar y resguardar la vida, de Diosas y sus manos, de alimentar con mayor diligencia el cuerpo, y yo digo que, también el espíritu. Es tiempo de conservar los dones de Tierra para los momentos en que le es más difícil brindarlos.

Mi cosmovisión personal:

Muchos de los momentos más felices de mi vida comenzaron en las cocinas de mi madre, abuela, tías y hermanas, ocurrieron en los otoños y los inviernos que he dejado atrás; son los apapachos culinarios y de sabores que Cuerauáperi y Metzaka le heredaron a mi familia. Cada que pruebo un bocado que se preparó con la receta de alguna de estas épocas, les pienso y recuerdo, les llamo y les pregunto la receta de tal o cual platillo.

Una vez que asumí estas celebraciones a Diosa, llevo a cabo como un ritual personal la preparación de mis aceites y bálsamos para cocinar el resto del año, especialmente los que acompañarán muchas de las comidas o cenas fuertes que suelo preparar para conocer, recibir o reencontrar a alguien que aprecio, quiero o amo.

Estoy convencido que las esencias de estos aceites tienen la capacidad de confortar los corazones apesumbrados, todos aquellos que requieren algo de calor, que necesitan volver a aquello que llamamos “Casa” o al menos un bocado de hogar.

Comienza la época de la preservación, preserven todo lo que les importa, aprendan a hacer algo que lleve un ingrediente de las cosechas de esta época, honren a lo que aman o quienes aman con esto, apapachen con sus manos y sus creaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares