viernes, 28 de enero de 2011

Un amigo que nos guarda y se aguarda.


Ésta es una amistad,

esta es una amistad que tuvo su origen

y un principio

sino en un poco de atracción

y en un mal entendido que no quería aclararse

y en un hasta luego.


Una amistad mal nacida de ese mar de encuentros

una amistad que no consumió la carne

una amistad que olía a fantasías y a sueños

y diferentes humedades.


Un amigo que ya no tiene remedio,

ni olvido,

ni secretos, ni poses,

ni siquiera una pequeña malicia indiscreta.


Una amistad rodeada de transparencias

y de sinceros, y del frío de la verdad pura del otoño

y de confianza que se agarra ante el encuero,

y de todo lo que se sabe

porque poco a poco se va diciendo.


¿Por qué llega la amistad y luego el apego?

maldito apego, cobra difícil dejar ir,

aunque el otra vez ayuda a ver partir;

amistad que se mantiene muy a pesar del tiempo

y a pesar del adiós. Adiós y hasta siempre.


Amistad tan extensa como un continente

y tan breve como una sonrisa sincera,

que sin embargo, seguirá extendiendo la mano,

y moverá a su lado

aunque sea en el recuerdo.


Amistad del recuerdo que se guarda profundo,

en un espíritu que a todo se abre

y que suena sincero cuando se deja conocer,

donde hay mustios,

impropios

y calles y camas y palabras

y todo lo que un amigo nos guarda.


Amigo que nos guarda

y se aguarda.


A Nacho, unas palabras nacidas con ayuda e inspiración en el maestro Efraín Huerta, a la salud de tu partida y de tu éxito.

Angel González Cabrera.

28/ Ene/ 2011

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