Marcha Fúnebre
Respirar el polvo de este camino
hace pensar
que no terminará,
las flores que le adornan anuncian difuntos
que
pronto estarán con nosotros,
de tanto andarle, la muerte pesa en los pies;
un temor se esconde, una esperanza se apiada,
una fe consuela, una certeza nace.
Cada paso aviva recuerdos,
permite respirarlos,
cubren el cuerpo,
inundan los ojos,
ahogan la garganta de memorias
y despedidas no
pronunciadas.
Las aves callan sus cantos;
el pecho se les llenó de nostalgia,
de amarillo y naranja arrancado para ofrendarse,
de aquella guitarra que lloró una canción.
Un pisar sin fuerza y cierto olor a hierba seca
indican que falta poco para llegar.
Nadie quiere llegar.
Aquí dejamos la carne, los huesos,
un cadáver, eso sobra;
con nosotros regresa el amante,
la madre,
el hijo,
la esposa,
el desconocido que nadie despidió.
Este camino ha de andarse sin prisa,
retornarle rápido haría olvidar para qué es la
vida:
A la muerte hay que contarle historias de amor
para
que se olvide de llevarnos pronto.
Oct. 31/2014
A.G. Cabrera
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