lunes, 13 de octubre de 2014

CRÓNICAS DE AMEINIAS I (o del amor no correspondido)

"Cruxifición" (Muestra Circus Christi) de Fernando Bayona

" … El amor que ya ha pasado, no se debe recordar" (Veinte años).

Hoy 25 de septiembre, sería tu cumpleaños; curioso resulta por la coincidencia que implica con otro hecho de mi vida actual, éste solo yo lo conozco y quizá otro amor que no la conocerá hasta leer estas letras, quizás. El fragmento de canción que inicia esta crónica tiene en cierto modo algo que ver con lo que fuiste: un primer amante, alguien ya dejado en el pasado y, justamente, tenías veinte años cuando moriste. Fuiste el primer hombre de quien me enamoré.

Pocos conocen tu historia, quienes la han escuchado conocen apenas fragmentos, son pocos los episodios que he compartido de aquellos cuatro meses, geniales, a tu lado, hoy celebrarías 34 años de edad.  

Fuiste un amor que partió sin despedirse, cuando esto sucede aprendes que, incluso las despedidas a tiempo y en forma no son tan malas, primero tuve que resignarme a pensar que decidiste irte, después, mi duelo por ti inició hasta nueve meses de tu partida; bien hubiera valido al menos un "hasta luego" cuando te marchaste para siempre. De esto va esta memoria. 

            Fuiste mis primeras palabras de amor; una inauguración de Festival Cervantino vista desde la azotea de tu departamento de estudiante, mientras observábamos los fuegos pirotécnicos, con algo de alcohol acumulado de toda la tarde me dio el valor para pronunciarlas: 

-  Me… has gustado desde hace mucho tiempo, quería decírtelo desde hace unos días pero no me atrevía, me daba miedo que te molestara o que reaccionaras mal - interrumpiste.

- Desde que nos presentaron, también he sentido que me gustas mucho, ya no aguanto y pues también quería decírtelo, quería aguantarlo pero... También me gustas, si quieres irte entendería- , 

Unas caricias torpes y uno cuantos besos nerviosos terminaron por romper la tensión, era el penúltimo fin de semana de octubre del dos mil uno; hoy, sólo es una nostalgia con la misma emoción de ese momento. Dos días después, la amistad ya era un noviazgo, oculto y secreto porque así lo pediste, como debía ser para ti en ese momento.

            La rutina de querernos se concretó a los lunes y miércoles, el primero por coincidencia en horarios de clase que aprovechábamos para almorzar juntos, el segundo porque tu hermana no estaba en casa por las tardes, este era nuestro favorito, casi siempre se trataba de hacer el amor. 

            Más que la necesidad de estudiar economía, lo que te llevó desde Monterrey hasta Guanajuato fue, siento yo, querer vivir sin vergüenza tu sexualidad, no sirvió;  te mandaron de roomie a tu hermana en tu segundo semestre y pues la trama de secretos se tuvo que replicar aquí. La querías mucho me consta, tanto que nunca se enteró que yo existía para ti en algún sentido más allá de amigo, tuvimos el cuidado de no darle el "disgusto"; ella y tú tenían el ceño y los ojos muy parecidos, grandes con ese café oscuro casi negro y de un blanco brillante alrededor, ojos muy regios pues, así te llamé de cariño "ojos".

            Así transcurrió el final de tu cuarto semestre de la licenciatura en economía, entre vernos a escondidas, preocuparnos porque no se enterase nadie de lo que sucedía (aquí fallé, una de mis mejores amigas lo supo) y descubrir los celos por alguien, nunca me pareció la amistad tan cercana que tenías con... En cierto modo creo disfrazaron su gusto mutuo en una mera amistad, pero siempre sospeché que se deseaban. Eras muy inteligente, siempre me hablabas de variables, luego un tanto de Keynes, pasabas después a criticar el gasto del gobierno, entre una cosa y otra venían las caricias y los besos, así se me fue mi primer semestre de facultad. ¡Vaya ironía!, mi primer examen extraordinario de carrera resultó ser economía, valió la pena reprobar, a cambio de esos 4 meses de estar más pendiente de ti que de la universidad.

            Las mejores tardes del 2001 las pasé en la azotea de tu depa; un par de cervezas, los ladrillos que hacían de silla y la noche de Guanajuato estrellada con las montañas alrededor eran el escenario para enamorarme más, a comienzos de diciembre te habías decidido a pasar una semana aquí después de terminado el semestre, el plan era conocer la sierra de Guanajuato juntos, esa noche me quede a dormir en tu cama individual, en realidad no dormíamos, desvelarse a los dieciocho años por mi primer maestro amante bien valía la pena, tú de 20 años, tenía más experiencia en el placer gay. Se te hacía tarde por egresar, decías: - en cuanto empiece a trabajar podré vivir en mi propio depa y juntarme con alguien que quiera mucho sin andarme escondiendo, ¿te gustaría vivir conmigo?… Un hubiera que bien su pudo intentar.

A media luz recuerdo como era besar tus labios, ahí tomé el gusto por besar con los ojos abiertos, ese tono un tanto morado de tu boca regia me encantaba. Tenías una mueca particular que me gustaba mucho, te mordías el labio inferior del lado izquierdo mientras resolvías alguna tarea o duda, siempre daban ganas de besarte.

            La noche que más recuerdo creo que fue la antepenúltima que te vi; estaba sentado en la ventana de tu depa mientras tú sacabas del refrigerador algo de comida para recalentar, reproduciste algo en tu estéreo para CD´s y, entre todas las canciones, sonó “You Sang to me” de Mark Anthony, apagaste el sartén donde recalentabas, giraste y dijiste – ¿Te gustaría bailar? - ,  tomabas clases de salsa, así que eras un genial bailarín, fue la primera vez que bailé sintiendo la música, aún escribiendo esto y cuando escucho dicha canción me pienso bailando contigo…

… Cause I'm not afraid of love
For the first time I'm not afraid to love
This day seems made for you and me
And you show me what life needs to be
Yeah you sang to me
Oh you sang to me …

Pasaron las vacaciones decembrinas, concluyeron sin noticias tuyas, a finales de enero regresamos a clases en la Universidad, iniciaba mi segundo semestre, pasó febrero, marzo, el semestre completo, la verdad es que fue hasta Marzo que intenté llamarte y enviarte mensajes al celular, en su momento creí que simplemente las vacaciones y la distancia te habían hecho cambiar de parecer por lo que iniciaba entre nosotros, que habías decidido no volver a Guanajuato, olvidarnos o que tu familia te había retenido en Monterrey,  al tiempo descubriría que no fue así.

Iniciaba mi tercer semestre, llevaba un mes en una segunda relación (muy mala por cierto) y comenzaba octubre del año 2002, caminando a un costado de la Universidad, me topé de frente con tu amiga, la única que me habías presentado, no aguante las ganas y le pregunté si tenía noticias tuyas, su reacción ante la inmediatez de la pregunta fue de desconcierto...

-¿No supiste la noticia?, falleció en un accidente hace casi un año, en las anteriores vacaciones de diciembre cuando fue a Monterrey - ,  - ¿estás bien?, 

- sí sí no te preocupes, es sólo que me resultó en sorpresa la noticia, no la esperaba - , no lo esperaba y por mucho tiempo recurrentemente pensaba que no debió ser así. ¿Qué pensamiento llevarías a cuestas que te descolocó y te hizo chocar?

Ahora solo eres un recuerdo que no envejece, un momento guardado para siempre porque nunca tuvo el final ordinario de una relación, eres el inicio de quien te muestra lo que la vida tiene que ser o... no ser, eres esa muequita de labio izquierdo inferior mordisqueado en un vago recuerdo.


Para Salomón, quien me enseñó a amar y perder… 

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