sábado, 1 de octubre de 2011

Crónicas de Anteros (o del amor correspondido) I


Sábado, día de descanso de la ajetreada campaña, casi lucha, por tratar de ganar la presidencia de México y de recomenzar un sueño que al final nos hicieron tragar (apretándolo entre los dientes), un break de una semana pesada en resumen. “Descubren piedra de sacrificios en forma de biznaga”, el diario anuncia que la tierra nos devolvió un pedazo de pasado, ¿cuántos corazones abran sido arrancados en aquél pedestal de dioses caídos? Ahora entiendo, fue un anuncio que aquellos dioses me hicieron, oráculo que me predecía postrado ante un nuevo amor que se presentó y del que no creo volver a levantarme, el sacrificio se consumó. 2005 el año que los dioses me entregaron a ti.
El plan del día: Desayunar, una breve lectura de mis pendientes dentro de la facu, sacar algo de mi mejor ropa, salir por la noche de antro a León, en una de mis escapadas, que aún dentro del closet ante mi familia, me daba con mis compañeros de farra de aquél entonces… Hacer como que limpiaba mi dormitorio, planchar la camisa de moda, dar cera a los zapatos, un sábado de rutina como muchos otros.
Caminaba con el viento pegándome a la cara, comiendo polvo del terregal hecho por los nuevos túneles que se construían en el centro de Guanajuato, a unos pasos, la plaza de los Ángeles, punto de reunión para partir a la ciudad del closet gigante y del antro de moda (que nunca pasará de serlo a pesar de no existir más), La Bizantina; la cita era a las ocho pm, llegué quince minutos después, al fin mi cómplice, Geovanni, siempre llegaba tarde y así fue. Sentado en uno de los escalones frente a la fuente, aguantándome el frío, de pronto noté a alguien a mi lado que insistentemente me miraba, eras tú con tu coquetería insistente que nunca has dejado de tener, unos ojos grandes con pestañas prestas a darse me sostenían la tímida mirada que de a poco me atreví a atravesarles, - Hola me llamo Ángel, me puedes decir la hora-, la saliva se me atravesó al tiempo que solté una risa, -¿porqué te ríes?-, -tenemos el mismo nombre, mucho gusto-, ahí quedo sellado el destino.
Buen tiempo tenía buscándote sin saberte existiendo, así te trajo a mí ese viento fuerte de mediados de Agosto, nos encontramos heridos ambos de dos viejos amores que no nos dieron lo suficiente, no te di la hora pero fue la que marcó el instante del inicio de una historia que no ha terminado, aunque ya el reloj está gastado. Una sonrisa tuya me volvió la mirada a ti, -que edad tienes- , broarrrr broarrrr, un estruendo nos sacó del momento, la detonación de la dinamita bajo nuestros pies rompió el flirteo, - no te asustes es por los nuevos túneles, tengo veintidós años ¿y tú?-, -diecinueve-, tu acento me orilló a hacer la siguiente pregunta: -¿De dónde eres?- Veracruz fue la respuesta. A punto de despedirme, con números celulares ya intercambiados (4731001078 era el mío, el tuyo el que aún conservas), me comprometí a vernos para tomar un café, de tu parte fue una promesa de contestar cuándo y en dónde, con el tiempo sabría que esa noche sería la última vez que verías a un viejo amor que te ayudé a olvidar, que irónico, encontrar a un nuevo amor mientras se espera al que está por dejarnos.
Varias semanas de salir, de poner nuestras mejores caras, de conquistar un terreno que dejaron baldío otros amores, nos enamoraron, y al fin, un quince de septiembre nos dio la oportunidad de pactar amarnos. Unas lágrimas me dijeron que no te tenía del todo; desde entonces siempre fue así, le daban la bienvenida a un nuevo compañero con el dolor de otro que se negaba a abandonar tu alma.
Cuando me ahogue de ti,
te tragaré para saciar estas entrañas
que tanta hambre tienen de tu cuerpo,
de esa que le da al espíritu ante una ausencia,
mientras vuelves como yo te quiero…
Dioses, que besos aquellos que nos arrebatábamos, no nos cansábamos de nuestros cuerpos, y así me fui dando de a poco a los caídos que resurgieron de la tierra anunciándome tu llegada, con el tiempo comencé a amarte de verdad, a necesitarte, a respirarte, a tomarle sentido a enfrentarme a todo con tal de seguirte queriendo, y juntos lo logramos, al tiempo que aprendíamos a aceptar todos nuestros defectos…
Todo, en esto tan breve,
como breve me parece el tiempo que te tuve…
Y así; mientras aprendía tus defectos, los entendía y los odiaba, me fuiste enamorando más, mi vida ya se pensaba contigo, fue tal que decidimos partir a vivir y enfrentar el mundo juntos, sin nada más que las ganas de tenernos, la ropa vieja que teníamos, unas cuantas cobijas donde dormir sobre el piso, una renta barata, un par de muebles desgastados, comestibles para cinco días, un trabajo mal pagado de mi parte, tu carrera a la mitad, una cómplice que nos dio valor para hacerlo, unos cuantos platos y trastes para medio comer, dos familias que no entendían que estábamos haciendo, un par de plantas para darle vida a nuestra casa, la zozobra disimulada de los dos y muchas ganas de tenernos más, fue con todo ello que comenzamos la vida juntos.
Brazos de los que siempre se recuerda el nombre propio,
porque transpiran la voz donde verbo es hacer el amor,
conjugando el tiempo en eterno aunque sea breve,
al darles el propio nombre en un aliento con el alma anexa…
Al tiempo, comenzamos a saber cómo hacernos libres uno del otro, al punto de convertirnos en cómplices y compañeros alcahueteándonos la vida, igual aprendimos a perdonarnos y a querernos más a nuestra manera, ahora sabemos cómo amarnos más y como odiarnos, y así a unas horas querer estar casi fundidos uno al otro y en tiempo seguido hacernos inexistentes o borrarnos, así nos enamoramos por la mañana, nos odiamos por la tarde y nos perdonamos por las noches.
No creo en el Amor,
sus procesos son más convincentes;
cortejándonos,
deseándote, besándote a sorbitos,
y a veces, a tragos sedientos.
Luego, prefiero hacer como que no existes,
abandonarte,
borrarte,
sacarte a suspiros,
y a veces, hasta la asfixia.
Así vuelvo a amarte de a poco,
donde si no, ya no habría que amar.
Porque el amor para ser,
se tiene que extinguir
y comenzar de nuevo.
¿Ahora entiendes por qué te sigo amando?
Seis años de aquella piedra que se despojó del polvo que la cubría, para anunciarme, con todos los corazones que la bañaron y sus dioses sedientos y sus sueños ofrendados, que aquél día te conocería y aprendería a saber lo que es amar, pues solamente se sabe que se amó cuando se entrega el corazón a riesgo de que sea sacrificado, al fin la vida necesita quien la haga valer la pena.
01/octubre/2011 Con el tiempo a cuestas de tanto quererte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares