martes, 28 de mayo de 2013

CRÓNICAS DE ANTEROS IV

Eros y Anteros en conflicto...
Hoy, ante el inminente archivo en comisiones por el PAN de la iniciativa de Sociedades de Convivencia en Guanajuato, lo cual no sorprende ante el accidentado camino que no se preparó por parte de quienes presentaron y cabildearon la iniciativa desde el congreso y ante lo conservador, homofóbico y machista de muchos líderes del PAN, en torno a un debate del matrimonio gay que no lo es tal, sino más bien un tema de regulación patrimonial de la convivencia entre personas, aún en las relaciones hetero de unión libre que ellos incluso forman, o de la protección en el concubinato, que llegan a tener también , conozco dos casos de panistas en tal situación; me permito compartir una experiencia personal y una reflexión intrafamiliar que vivimos dentro del maravilloso evento de la boda de mi hermana este sábado, en torno a la religión, la política y la dignidad de las personas:

(Nota curiosa es la cantidad alta de militantes diversos - gays principalmente -  entre sus filas, entre ellos mi ex a quien amé, y ahora solo le tengo aprecio y tristeza por el rumbo que siguió su vida amorosa ante la profesional por su partido, pero ese es tema aparte)…

Antaño recuerdo, en mi breve acercamiento y adoctrinamiento que tuve hacia la iglesia católica (el cual recuerdo curiosamente con mucho cariño), conocí un par de sacerdotes en la parroquia de Marfil con mucha conciencia y vocación social; uno de ellos, el padre Gonzalo, ya retirado en biblioteca por una afección de garganta que le limitó la capacidad vocal, y otro ahora inmiscuido en misiones de caridad en Centroamérica, de quien no recuerdo su nombre. Tales sacerdotes eran muy apreciados en la comunidad por las constantes iniciativas sociales que tenían en beneficio de la comunidad, yo tenía once años de edad y más que permanecer durante ese año encerrado aprendiendo rezos y letanías como preparación para la llamada “primera comunión” (y última en mi caso), nos la pasábamos los niños y jóvenes llenando bolsas de arroz, frijol y pastas que se conseguían en donación para distintas zonas pobres del municipio; dentro del reconocimiento que tales sacerdotes tenían, destacaba la sensibilidad de sus sermones en eventos de gran importancia hacia las personas, así en el sacramento de la confirmación se le podía escuchar pronunciar con cariño la parábola de mateo donde Jesús hablaba de la inocencia de los niños, si se trataba de la navidad se escuchaba un discurso sobre el amor al pobre o la solidaridad o el perdón, si era un matrimonio los altavoces de la parroquia difundían un mensaje sobre las bondades del amor según el evangelio, eran misas llenas de bastante feligresía y de puertas abiertas.

Y ¿para qué este rollo de mi pasado infantil con la religión católica?; por lo siguiente, desde hace trece años a la fecha o un poco más, las pocas ocasiones que me he permitido entrar a una misa, he escuchado sacerdotes más interesados en hablarle a sus superiores jerárquicos que a su feligresía, desde que son las gacetillas dominicales de “Gaudium” o el obispado las que determinan el tema o tópico a tratar en las homilías he escuchado más a políticos con piel de cordero que a predicadores en el púlpito, a personas (cada vez más pocas) que repiten entre dientes oraciones rituales que no cobran sentido en su ser, al igual que niños que acuden a catecismos donde ya no se llenan bolsas de arroz y frijol para pobres, sino la cabeza de rezos y frases memorizadas que les dan sueño.  Y… ¿ a qué viene todo esto?, a lo que sucedió el sábado en la misa de boda de mi hermana, ahora entiendo por qué; este fin de semana la diócesis de Guanajuato dio la consigna de hablar en todas las homilías en torno a la “naturaleza” del matrimonio (entendido como hombre y mujer que solo se unen para tener muchos hij@s), ante la inminente votación de la ley de sociedades de convivencia en el Congreso; la boda de mi hermana no fue la excepción. En el púlpito de la iglesia de San Diego escuché más a un sacerdote político que con arengas fustigó por más de veinte minutos a los legisladores que promovían iniciativas “que destruyen a la familia y promueven la aberración y el pecado”, que a un sacerdote elevando las virtudes del sacramento que por amor debe unir a un par de fieles católicos, como era el caso de mi hermanita y mi cuñado. Dato adicional: en la misa estábamos reunidas personas agnósticas, ateos, evangelistas cristianos, católicos y metafísicos, gays y heterosexuales, cuya único aliciente que teníamos para asistir a tal rito era compartir la felicidad de este par seres queridos que sin lugar a dudas lo serán.

Al momento de las arengas anti gay y anti reformas, mi madre (católica en la que me preció de reconocer todo lo que implica ser un cristiano) me susurró al oído: “por estas ofensas hacia la dignidad de muchas personas, es que la iglesia se está quedando cada vez más sola”, al tiempo que mi hermana mayor expresaba su encabronamiento de otra manera (“pinches padres políticos”, creo que fue su expresión). Otros diez minutos dedicó su sermón a la necesidad de inculcar a los hijos que procrearan la religión católica, un par de minutos a orar el “yo pecador”, otro tanto a pedir por el bienestar del papa Francisco, el señor obispo “n” y otras autoridades eclesiásticas, el resto de tiempo, quince minutos, a concluir el sacramento matrimonial. Un sacerdote político, más que uno humanista en resumen.

Al salir de la homilía recibí una serie de abrazos de algunos seres queridos, y comentarios del tipo “está muy mal que se entrometan en política y más en este tipo eventos tan relevantes para las personas”, mi respuesta era de no preocupación, hace tiempo que me vacune a las opiniones de ministros religiosos, no me afectan en lo personal, quizá sí en lo social. En charla posterior con mi madre ella me compartía: “qué no se darán cuenta los religiosos, que si bien pueden no estar de acuerdo con un estilo de vida, con sus palabras puedan estar sembrando el odio y la división entre la sociedad, al contrario de lo que el propio cristo hizo en torno al perdón y la redención de personas consideradas excluidas de la sociedad o pecadoras”, profundizaba más mi madre: “Qué no se darán cuenta en la iglesia que muchos de las personas de pronto más participativas, emprendedoras, devotos o incluso impulsoras de su catecismo de pronto son los propios gays y que con sus palabras los lastiman”, mi punto de vista es menos romántico, “la religión debe quedarse en los templos y en la esfera de toma de decisiones privada de las personas”.  Sin embargo sí me preocupa la influencia negativa que tales pronunciamientos puedan tener en el ámbito de vida de otras personas, todo aquello a lo que llaman aberrante, antinatural, pecador, destructor de la familia, perverso, peligroso, etc., es solo parte del amor de una persona. Al tiempo que reflexionábamos esto, recordábamos otro evento familiar donde las ideas partidistas del sacerdote ofendieron a mi familia por nuestra entonces militancia política, mi madre decía, “lo más triste es que últimamente utilizan la misa de navidad…“  (del cristo que pugnó por el perdón y criticó cualquier forma de poder político) “para atacar a las personas como los gays, diciendo que son peligrosos para toda la humanidad, es como escuchar cosas nazis de nuevo… por eso la iglesia está cada vez más sola”, sí madre, por eso ya no vamos a la iglesia contigo.

Los sacerdotes creen que las personas que aún acuden a sus homilías o los rituales sacramentales lo hacen por la necesidad de tener la boleta por la que se paga un mínimo de mil quinientos pesos donde dice que se recibió tal sacramento, no, las personas lo hacen, o al menos es el caso de mi hermana y mi cuñado, por la necesidad de acercarse a su Dios y por el amor tan grande que se tienen y necesitan sacralizar ante éste, punto, ellos son un mero conducto que pudiere no existir pero que es necesario por costumbre.

Este fin de semana fue de gran expectación en mi familia y alegría, dos personas queridas unieron su vida y lo celebramos. Un día después, en las calles de Guanajuato marchaban padres y madres de familia junto a hijos e hijas, que no celebraban, lucían molestos y enojados mientras eran arengados con coraje por políticos del PAN gritando consignas a favor del matrimonio entre un hombre y una mujer, de la familia “natural”, de la felicidad de los niños, etcétera., (¿quién está en contra de ello?, yo no, ni ninguno de mis amigos y ex novios gays que he tenido, al contrario celebro que las personas se casen y quieran tener hijos o hijas en el amor, como es el caso de mi hermana);  pero también, en tales arengas políticas, se gritaba en contra de lo “peligroso” para los niños y niñas, de lo "antinatural", de lo "malo" para la sociedad, de lo "enfermo" y "perverso", es decir se llamaba a la aniquilación legislativa por homofobia de un derecho patrimonial naciente de las personas, aniquilación de derechos que en tales voces adultas (de padres, madres y sacerdotes) pronunciadas este fin de semana y llenas de miedo e ignorancia, que hoy se fraguan en los votos de algunos manos derechas de políticos de derecha pueden, en un sentido u otro considerarse la aniquilación también de personas, esto sí es intolerable. Por lo pronto, al menos nos llevaron a la congeladora legislativa por un rato, pero no a la social, aquí seguimos vivos, soñando, prosperando, celebrando y amando, al tiempo, que aún como gays, asistimos a la bendición espiritual de matrimonios heterosexuales de personas que amamos y apreciamos.

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