jueves, 10 de noviembre de 2016

CRÓNICAS DE AMEINIAS II (o del amor no correspondido)

Ciudad de Hombres Solos

"Sin título" Autor: Jean Cocteau.
“… Dance me through the panic 'til I'm gathered safely in
Lift me like an olive branch and be my homeward dove…
Let me feel you moving like they do in Babylon
Show me slowly what I only know the limits of…”
(Leonard Cohen)

Es una tarde fría, de ánimos grises, el paso acelerado de los viandantes sobre Reforma se hace lento ante mi absorto pensamiento ((pronuncié palabras muy bellas… a pesar de la audiencia que las aplaudió me sentí solo)); esta sensación de sentirse ajeno, exiliado, venático, con las melancolías a cuestas y las anclas livianas me embarga un poco, es el clima quizá.  Tomo rumbo hacia la esquina y veo el pequeño mall sobre la avenida, estaría bien beber un poco de chocolate caliente, un par de litros de leche comprados me enfrían las manos.

La lluvia es poca pero constante, se mete bien en los huesos y las soledades, lo absorto me hace resbalar un envase de las manos, procedo a recogerlo, al levantar la mirada los anteojos húmedos permiten ver a un hombre joven a tres metros de distancia, el pensamiento vira a contemplarle (que guapo luce), la mirada es de reojo cuando se sabe que es poco posible la correspondencia.

Una sonrisa debajo de sus ojos azules me saca de la mente, mi reacción insegura es doblar la vista sobre el hombro,  me cercioro que no haya nadie detrás mío, no lo hay; ((¿es para mí la sonrisa?, naa)). En esta colonia las bellezas y los enamoramientos cuentan con cada milímetro de cinta métrica que resalta el cuerpo, tales dones no destacan en mí.

Río Tíber y sus calles ventosas lo tornan más frío aún, el  semáforo cambia y aprieto el paso, siento un andar detrás mío, giro y la sonrisa se presenta de nuevo, una mueca tímida de mi parte es la primer respuesta, un acento sudaca me saca del sonrojo, - ¿por qué no venís y decís tu nombre?... emm… Ángel… yo soy …-.

Fluidas las palabras, indago y constato su origen caraqueño, el diálogo es breve hasta llegar a la entrada de mi departamento, aún inseguro me despido afirmando mi disposición amistosa; él, más contundente, pide ser invitado, torpe no atino sino a afirmar con la única garantía de seguridad personal que nos damos aquí, - claro, ¿gustas un café?,  “tengo un roomie” pero no hay problema, es muy open -.

Un mal café acompañan sus certezas recibidas a buena fe: 27 años, casado con un francés entrado en años que le dejó en México esperando su regreso para tramitar visado, pasante de dos carreras, vive cerca, no usa “grindr” pues su pareja es posesivo,  sus supuestos hobbies como la lectura afloran, se me ocurre preguntar qué le gusta leer, no atina respuesta y sonríe, rompo la incomodidad hablándole sobre “el vampiro de la colonia roma” al tiempo que se lo recomiendo, no puede partir de México sin leerlo, ríe más y afirma que es algo así como lo que es él, carcajeamos. Tras confirmar mi amor profundo por mi pareja y saber que no habrá enredos más allá de lo fugaz, dejamos las tazas medio vacías sobre la mesa de sala.

Ya sin el café de por medio, con la playera en los antebrazos y sobre el rostro pregunta a qué me dedico, - abogado, ¿y tú? -, una carcajada suena en la habitación, ésta confirma mis estereotipos, entre risas afirmo – eres chapero verdad, sí,… ¡no tengo dinero he!; sos amable y necesito amigos, con eso bastó, pagado está -.

Al partir asegura que de pronto llamará a la puerta para charlar, pregunto su whatsapp y me hes negado, su esposo es celoso y los clientes muchos dice, no podría haber diálogo personal, además que se perdería entre el resto de mensajes, no tengo duda que así sea, no dejó duda alguna.

Seguro yo, que no habrá una segunda visita, él parte afirmando que de pronto pasará y tocará para charlar, dice que le gustaría tener más amigos que no lo juzguen o que no sólo le busquen por un polvo, le confirmo que es poco probable que me encuentre, hoy fue excepcional mi estadía en el depa a esta hora, - quizá coincidas más con mi roomie, es muy agradable, seguro platica contigo también-, vuelve a prometer que llamará a la puerta pronto, cierro sin prestar atención a lo demás.


Esta ciudad son hombres solos. Somos hombres solos.


A.G. Cabrera 10/11/2016

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