jueves, 6 de mayo de 2010

Crónicas de Bethesda IV



Viernes a punto de dormir, aún tengo en la cabeza los planes del día de mañana, camping a la sierra de Santa Rosa, posible paseo en la sierra cargando con carro, laps, agua embotellada, algo de glamour y una bolsita de condones bien acomodados con las ganas de encontrar a alguien nuevo para sacarse las ganas del fin de semana. Pienso que será una interesante aventura de puente de mayo, todos mis ultra urbanos amiguis reunidos alrededor de una fogata contándonos lo de siempre, solo que en esta ocasión con la tierra y las piedras de banquillo y la amenaza de nuevos acompañantes en la tentación de una noche solitaria en el bosque, sinceramente por mi parte no esperaba mucho, de parte de algunos amigos la expectativa de salir de la rutina era grande.




El sábado transcurre algo rápido, aún no he organizado absolutamente nada para el camping, suena mi celular y el mensaje me advierte - amiguito nos veremos a las 5 en Marfil de ahi nos vamos por las cosas para la sierra, si tienes alguna idea de que llevar danosla -, la tentación de sentirme un poco comprometido a ser el coordinador o el daddy del camping me comienza a invadir, pero desecho la idea pronto, mi amiguito nice lo organizó y no es nada del otro mundo, todo saldrá bien. Cuatro cuarenta y cinco de la tarde, leo en la pantalla de mi compu. La gandalla, mi amigovio y yo aún en casa con la flojera en la cara, un ducha rápida los tres por si acaso en el camping una nueva nariz se interese en la feromona novedosa, - ya son las cinco , hay que apurarnos- les acelero el paso al par de putas, (aunque pienso no tanto, llegarán tarde algunos de cualquier forma). - Que horrorz - - no traje nada para llevarme -, decidimos prestarle a la gorda algo con que taparse el frío y en que echarse, de cualquier forma sabe que de una u otra forma lo conseguiría la gandalla.




En mi mochila, antes pienso un poco lo que hará falta en las mochilas de los demás, seguro no faltaran cobijitas blanditas, almohadas, desodorantes, agua embotellada, espejo y gel... Sí ya está, cerillos, lámpara, mi pica de tierra, cordones para amarrar, navaja, piola, alcohol por si la leña esta húmeda, yodo, mertiolate, condones, mi chompa para el frío y listo; la MEGA entre sus estantes nos dará ideas de la comida ya estando ahí, para dormir, una colchoneta vieja con olor a culo de amigo hospedado a falta de los sleeping prestados en casa de mi madre. Chamarra para mi amigovio y la gandalla, ganas de divertirnos y vámonos.




Punto de reunión y casi todos con cara de impaciencia, - Putas donde andaban - - si vieron mis mensajes -, - ash ya vámonos, yo ni sueter ni nada traia pero estas putas ya me prestaron - , Ante la discrepancia de gustos entre la chistorra italiana cara del bando nice y las salchichas de retazo baratas de las jodidas decidimos que cada quien compre su comida, solamente en algo coincidimos, la peda esa si va por cuenta de todos como los ritos de amiguis lo mandan. Conclusion de tres en el carro rumbo a la MEGA, después de la joti-inspección a los asistentes, -no habrá nada que ligar -, lo que se esperaba nuevo resultaron los conocidos de siempre solo que con diferente look, obvio que si en el tiempo recien conocidos no paso nada, menos ahora; uta, de pronto recordamos, no ha llegado el flaquito esbirro de la gandalla, nos acordamos que no llegó porque ante el panorama desalentador de que no habrá carne el en camping recordamos que falta al que todos le metemos mano ya con las ganas en las palmas y el alcohol entonado; frenada inesperada, y en un ratito finalmente nos alcanza, ahora sí ya estamos todos. Abastecimiento en la COMER como para una estadía de una semana en el desierto del Sahara y tomamos rumbo a la Cuenca de las Palomas, donde se llega a acampar con todo y carro.




Arribamos a la sierra moribunda, a la entrada un guardabosques tercermundista nos recibe más preocupado por cobrarnos la cuota de cuarenta "varos" que por indicarnos lo necesario para proteger el lugar, una negociación corrupta nos ahorra el 20 por ciento del costo y listo a adentrarnos en las entrañas del salvaje bosque entre una terracería madreada por las llantas de muchos vehículos, el guardabosques tercermundista, seguramente advertido sobre nuestra jotería por las maletas de rueditas impropias para acampar y nuestra actitud de ninfas hespérides de chacales y la de dos sátiros cazadores de juventud nos intercepta y previene: - hacia abajo ya fueron muchas familias -, - entonces creo que no estarán a gusto - - pues estarían muy apretados con las familias - inciste en que debemos regresar y tomar otro camino, pienso yo que preocupado porque una madrecita tejiendo chambritas con sus conchas de chocolate a un lado, en medio del bosque, no se viera de pronto turbada por los movimientos orgiasticos de estas locas alrededor del sagrado fuego de Artemisa; ni modo, a retomar otro camino, mi amigui el diseñador a estas alturas ya había arado medio camino con las rueditas de su maleta de aeropuerto cuadrada. Nos convence el guasdabosques tercermundista con una oferta tentadora, - les echo un raite con sus cosas a un lugar más arriba -; maletas, comida, agua, perfumes, casas de acampar y plumas (mi amigovio y mi aguito nice) para arriba, arranca la camioneta y los otros once caminando detrás de ellos con rumbo a nuestra zona libre de ojos prejuiciosos de madrecitas y padres de familia.




Veinte minutos caminando y ahí esta, un pequeño paraje en medio de encinos perfecto para nuestra bacanal helénica de ninfas y sátiros, todito sólo para nosotros, como buena Gayband, y con la amenaza de la penumbra encima decidimos organizar el campamento, unos instalando los moteles moviles (entiéndase casas de campaña), otros a conseguir leña y armar la fogata, otros a recopilar las cosas, y yo, como siempre, de metiche amargado en todo y en nada, tratando de hacer notar mi experiencia boy scoutt. Casi todo listo y la gorda gandalla recuerda la maldición de mi amiguito nice (siempre que el organiza algo, alguien o algo lo hace salirse del evento para solucionar algún problema), y como si tuviera boca de piton-isa (por profética y traga todo lo que hay) a dos minutos de lanzar su predicción suena el nextel, resumidas cuentas que efectivamente a alguien le urgía que mi amiguito nice llegará a algún lado a resolver un conflicto, la conclusión - no puedo ir, estoy en la sierra, busquen a alguien más que los apoye-, aleluya (pensamos) que buena falta le hace darse lugar de vez en cuando. Ahora ya con casas de acampar puestas en pie a punta de machucones en las uñas bien cuidadas y de amarres improvisados, una fogata encendida, leña como para sacrificar un fauno toda la noche y harta comida como para dos semanas en la nada, el camping esta listo, que saquen el vodka barato y los jugos nacionales, ahora sí a conocer al resto de los asistentes.






Sentados alrededor de un buen fuego que calienta, los pies pero no las ingles, damos paso a las presentaciones, hasta hace un momento eramos un grupo de locas sudadas y de desconocidos con cara de hueva que andabamos siguiendo los pasos de un guadabosques tercermundista; somos trece, sólo que en esta ocasión un número de la buena suerte, pues encontramos un buen lugar, con un campamento casi perfectamente armado, sin nadie herido, y con mi amiguito nice que pudo eludir la maldición, la sierra por su parte esta tranquila compadeciendo nuestra inexperiencia para urgarle en las entrañas, un buen paraje y absoluta tranquilidad con la noche solo para nosotros, primero los siete de siempre, la gorda gandalla, el flaquito, mi amigovio, el diseñador muyerz, el seriecito, el amiguito nice y yo, los nuevos: una niña buga de pelo rizo, su novio (el unico con pene que no es gay), una parejita de napeas donde realmente resulta dificil decir que rol es quien, el psicologo y el siempre sonriente traga-años, todos reunidos en torno al fuego con un objetivo en común, acabarnos los tres litros de vodka y uno de wiskey baratos que llevabamos. Así al primer vaso lleno de alcohol, jugo barato, tierra y polvo del campamento decidimos romper el hielo, atrapados en el frío de la casi media noche y con la imaginación apendejada por el alcohol, dejando de lado 10 o 15 años de ciencia y educación, decidimos que la mejor manera de entrar a tono es contar historias de "espantos". Dos historias previas, sobre ruidos o duendes (el psicologo se esmeró) y nadie se asustaba, las salchicas ensartadas en varas de encino y las tortillas duras de harina seguían saciando nuestras bocas mientras la gandalla daba ordenes a diestra y siniestra sobre que arrimarle y que se le ofrecía, de pronto recordé las sabias palabras de mi abuela: Hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos; y así fue, viendo al seriecito como blandía un machete de lado a lado entre sus manos, se me ocurrió, contaría la anécdota del niño asesinado con agujas (anécdota que solo ví en fotografías y clase de criminología, a eso me refiero con tenerle más miedo a los vivos), agregándole claro está, un toque de penumbra con supuestas apariciones ruidosas en la morgue, tomo el machete entre mis manos ante la atención captada de la mayoría en mi historia y de pronto tres madrazos a las piedras con el machete y un voladero de chispas, ¡ahora sí funciono el susto!, hasta los más escépticos pegaron un brinco, mientras la chica buga se refugiaba en los brazos de su hombre y tres locas me reclamaban que me habia pasado, jajaja, eso sí que asusta, no los espíritus y esas mitologías.




Más tarde ya ambientados todos y rota la ley del hielo, el intercambio de wiskey y vodka no se hizo esperar, al tiempo de que el seriecito dejaba salir su parte esotérica tratando de hacer ritos de invocación de una naturaleza que nunca respondío más que con una cursera que le dio al gandalla por tragona; yo, ya con el hocico caliente por el alcohol, comencé a seguir a la seriecita entre los árboles, perdido entre los arbustos (apenas recuerdo entre las lagunas del alcohol) me hablaba de un rito, de la naturaleza, yo le respondía, nos besamos y después no recuerdo, acabe solo entre la noche del bosque y tardé bastante en poder regresar al campamento, ................ Solamente alcanzó a recordar que mi amigovio me tomo del brazo ante la mirada sonriente del traga años y entré a una tienda acampar, donde la gandalla ya se había apergollado la colchoneta, cobijas, chamarra gruesa y la chamarra de mi novio como almohada, ni modo, suelo me tocó, pero es tan bueno como un colchón yo con los litros subidos a la cabeza. Entre sueños, ruidos del amiguito nice enseñandole el pene a no se quién producto de una apuesta, la diseñadora muyerz brincando la fogata con el trasero al aire a petición de un castigante con el poder de una botella giratoria, (mi amigovio, supongo, besándose con el flaquito con la playera fuera producto de la botella castigadora), el seriecito hasta donde escuché tratando de encender el fuego, el psicólogo y el sonriente traga-años observando la escena bacanálica de los desnudos, por pudor no jugaron pero bien que estaban viendo, la pareja de bugas intentando ponerse románticos en su tienda de campaña, la parejita de napeas durmiendo, la gandalla roncando a mi lado, y yo con mil vueltas en la cabeza, el alcohol fermentado en el estómago y una casa de campaña bloqueada por la torpeza de mis dedos de ebrio, sin más remedio hice justicia divina, compartiendo en baño de jugos gástricos a un lado de la gandalla a quien que no le quedó más remedio que gritarle con todo el asco de su alma a mi amigovio para que fuera ayudarme a limpiar el nuevo toque decorativo que le daba a nuestro dormitorio montaraz, - me lleva la chingada-, - maldita wicca de a peso con sus invocaciones que no dejan dormir-, - estas cuatro putas encuerandose afuera y gritando -, - la otra pinche ninfa quejándose peleando con la wicca de a peso- - y esta puta que me vomita- -pero quien me manda, mejor en mi casa, mañana temprano me largo en mi carro -, cinco minutos después seguía roncando tanto como si nada hubiera pasado.




Salgo un momento de la casa de campaña en plena madrugada, tratando de recuperar el aire después del bochorno de mi congestión, una plática trivial, entre el psicologo, mi amigovio, el flaquito, la wicca de a peso (el seriecito) y yo, el cansancio nos vence y a dormir, yo y mi amante dandonos el calor que hace tiempo no nos damos a causa de la ausencia de un trapo con que taparnos, el flaquito armonizando con la colcheneta durmiendo bajo el brazo de la gandalla que ronca hasta más no poder, pasa el tiempo y el sueño vence mi cansancio abrazado a mi amor, de pronto un desastre afuera de la casa de campaña, alguien tumbo unos postes amarrados a la entrada, es la gandalla que apresurada por dos litros de jugo de granada con arándano tiene que encontrar un lugar donde poder expiar las culpas de sus excesos digestivos, el inicio de una jornada de penitencias arbóreas para mi amigo.




El sereno con el sol venciendo de a poco las hojas de las encinas, agarra las plantas de mis pies sacándome de los dominios de hipnos, noto que falta un bulto a mi lado, la gandalla salío a seguir expiando sus culpas, es hora de aprovechar, desvanecemos su nudo de cobijas y el flaquito, mi novio y yo nos acurrucamos para lograr tener al menos media hora de sueño decente, y así fue, ese tiempo de descanso cobijado me supo a media hora gracias a la granada y sus dotes laxantes naturales. Afuera, el sonriente traga-años da una caminata junto con la wicca de a peso, buscando un momento para romantiquear a su lado, pero lo único que logró fue toparse con una escena digna del purga-torio con la gandalla encuclillada de protagonista principal, mi amiguito nice y el diseñador apenas asoman la cruda alcoholica y moral de la bacanal de anoche, y nosotros tres en la tienda con el hambre y el frío en todo nuestro flaco ser, el hambre vence y decidimos hacer el desayudo, quesadillas aderezadas con cenizas de 9 horas de fuego, deliciosas en un momento en donde un estomago vacío como el mío no puede ser exigente, la parejita de napeas despertando y haciendo lo propio acomodando los peinados orientales de moda hace cinco años, todos almorzando quesadillas, la wicca de a peso una manzana de la que logre robarle una mitad, todos quitándonos el frío y el hambre con unas quesadillas, en la cabeza las imágenes del machete chispeando, los traseros de dos de mis amiguitos alrededor del fuego, los árboles entre la oscuridad del bosque, el sabor a madres del alcohol, el faje secreto, la sonrisa que igual se ve de noche que de día del traga -años, las confesiones de profesionistas que aún somos supersticiosos, los retortijones de dos litros de jugo de granada-arándano que no se quisieron compartir con nadie, el silencio del buga incomodado en grupo donde siente lo que es ser minoría.






Es casi medio día, todos en pie con las respectivas cuotas en el cuerpo que la madre naturaleza nos cobra, homofóbica ha de ser, acaba con todo el glamour citadino de una docena de locas en una sola noche; para cerrar el camping, una platica vanal sobre películas gay con alto contenido sexual, quizá tratando de sacar de nuestras mentes la expectativa con la que un día y medio antes guardábamos condones entre nuestras mochilas. Hora de levantar el campamento, y yo, con estragos de la cruda aún en mí, el sol no perdona, necesito huír ya de regreso a mi casa, dormir un poco, y reírme más tarde de todas las anécdotas que un entorno hostil para la mariconería me dejó.

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